viernes, 22 de septiembre de 2017

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE JIMMY MORALES


Por: Edgar Rosales

Al momento de publicarse esta columna es posible que Jimmy Morales aún sea presidente de la República. Las condiciones, empero, no son aquellas que lo rodeaban cuando ganó la presidencia; acto que selló el plan finamente elaborado entre La Embajada y las élites oligárquicas. Y en lugar del entusiasmo del pasado 14 de enero de 2016, sus circunstancias actuales se parecen más a los últimos días de Pérez Molina.

Su paso por la presidencia cabe en una breve radiografía: rodearse de chafarotes de la peor estirpe, incapacidad de entender que, aún sin credenciales políticas, fue elegido para una misión profunda y delicada: restaurar (no refundar) un Estado hecho pedazos. Lejos de ello formó un gabinete anodino, sin ideas para ejecutar la mínima inversión estratégica y, lo que nunca le perdonarán sus electores, tirar la bandera anticorrupción con la que engañó en 2015 y su torpe enfrentamiento con el comisionado Iván Velásquez.

Esto último desencadenó la peor de sus crisis. El joven no fue capaz de asimilar las consecuencias de declarar no grato al comisionado Velásquez y, según mis fuentes, antes de viajar a la Asamblea General de la ONU activó el artículo 12 del acuerdo de creación de Cicig, relativo a controversias. Para más inri, en su discurso pronunciado el martes 19 desveló la intención de promover la revisión del convenio “... para su correcta aplicación, para garantizar el debido proceso, la presunción de inocencia y para evitar la persecución selectiva, la politización de la justicia y la judicialización de la política". Es decir, con total descaro se asumió vocero de la extrema derecha y las mafias locales. Morales anhela una Cicig light, sin garras, sin dientes ni arrestos, y sometida dócilmente ante tales poderes.

Sin embargo, esto pone entre la espada y la pared al organismo mundial, porque al ser un ente integrado por Estados no puede desatender el pedido del jefe de uno de estos. Cicig no es un organismo de ONU (como PNUD o Acnudh) y Velásquez "solo” es un empleado de la entidad mundial. De manera que, querramos o no –y por más que se deteste a tipos de la calaña de Méndez Ruiz– habrá que seguir la lucha contra la impunidad aun sin Velásquez.

Lo que no parece haber calculado el mandatario (para variar) son las reacciones populares desatadas en gran medida por culpa suya. Si bien la torpe acción de la mayoría de congresistas al procurarse impunidad por medio de un decreto repugnante fue la válvula de escape, sus verdaderas causas subyacen en situaciones que trascienden el palacio legislativo. Es el estancamiento económico lo que motiva a la clase media urbana a ejercer activismo desde las redes sociales y unirse a los que volvieron a la Plaza. También es resultado de la insatisfacción y pobreza de las poblaciones rural y urbana. Son las carreteras en pésimo estado, es la falta de acceso a medicinas en los hospitales y el panorama educativo en  franco retroceso. Para colmo, sin programas sociales que alienten esperanzas de desarrollo humano para los necesitados.


    LAS CAUSAS PROFUNDAS. La marcha del 20 de Septiembre no es motivada sólo por el odio a los diputados. Para miles de personas, fue un desfogue ante la pesadilla que viven día a día a causa del abandono en que los tiene el Estado.

Como decía al inicio, es posible que a estas alturas Jimmy Morales aún sea el presidente de Guatemala, pero quizá sean sus últimos días como tal. Hasta La Embajada le ha zafado la alfombra. La renuncia de los ministros de Trabajo, Gobernación y Finanzas Públicas es un mensaje con ese signo y no sería extraña la salida del intendente de la SAT.

    PELIGROSO MANIPULADOR. La sombra del empresario Dionisio Gutiérrez vuelve a aparecer detrás de la crisis, para lo cual ha empezado a menear piezas afines. 

A final, la caída de Morales desactiva un poco la crisis pero no resuelve mayor cosa, porque las perspectivas no son claras. El país no puede darse el lujo de otro gobierno de transición conservadora al estilo de Maldonado Aguirre, y por ello es que Dionisio Gutiérrez (descarado financista del comediante en la contienda del 2015) propone resucitar instrumentos obsoletos como la Instancia Nacional de Consenso o el Foro Guatemala, con la aquiescencia de las Nineth, los Quique Godoy, los de León Duque o las Aceña, quienes respaldan ese juego y, pese a ser parte del desmadre, esperan que los zahumerios les sirvan para presentarse ante la ciudadanía como los Jimmys 2017. Ojalá y las protestas de septiembre, tal como ocurrió hace dos años, no sean finalmente solo  un esfuerzo popular que resulte beneficiando a figuras de semejante calado.


viernes, 15 de septiembre de 2017

¿Y AHORA QUÉ HACEMOS CON LA COYUNTURA? (Versión extendida y actualizada)

Por: Edgar Rosales


De vuelta a la plaza. La deplorable acción del diputado Orlando Blanco y sus 106 colegas, además de poner fin a su carrera política, logró que la gente se hiciera presente de nuevo en "La Plaza", como en 2015.

Esta columna se publicó originalmente en la revista gAZeta, pero debido a los tiempos establecidos para su envío a Edición, fue escrita el martes 13 de los corrientes, es decir, un día antes de que una vergonzante y politiquera alianza se confabulara para emitir un Decreto que ha causado indignación en todos los sectores sociales del país, y asombro o rechazo en las esferas internacionales. En todo caso, el fondo del tema abordado, es decir, cómo afrontar una coyuntura (que se ha vuelto crisis aguda) continúa siendo el mismo: analizar con seriedad y dialogar en busca de salidas viables, por encima de las intenciones emotivas o las visiones enfrentadas.

Estoy convencido que abordar ciertos temas en una sociedad polarizada (aunque Guatemala siempre lo ha estado, no nos hagamos) resulta sumamente difícil y a menudo los puntos de vista expresados a contracorriente son descalificados de tajo. Pese a ello, y haciendo caso omiso a esas visiones maniqueas, considero importante plantear algunas reflexiones en relación con lo ocurrido durante esta semana en el Congreso de la República de Guatemala, cuando el pleno acordó no darle trámite a la solicitud de antejuicio presentada por el MP y CICIG contra el presidente Jimmy Morales, señalado por el delito de financiamiento electoral ilícito.

Me parece que calificar la decisión como pacto de impunidad es una generalización respetable, aunque injusta, porque no todos los sectores ahí representados son copartícipes de la misma. Por ejemplo, estoy enterado que el voto fragmentado de la UNE fue una maniobra del diputado y ex secretario general Orlando Blanco, con el fin de negociar un eventual enjuiciamiento. Esto se evidenció de forma descarada, apenas dos días después, cuando fue el principal ponente de la artimaña con la cual buscaba autoeximirse de responsabilidades, al igual que personajes de triste trayectoria como Roberto Villate, ex Secretario General de Líder.


Torpe maniobra. Orlando Blanco, diputado de la UNE y Roberto Villate pretendían impedir que fueran llevados ante la justicia.

Luego, recordemos que el trabajo de la Comisión Pesquisidora no contribuyó mucho a desbrozar el terreno. Con ese galimatías de “sí pero no”, era difícil tomar una decisión sustentada en su informe, aunque este no fuese vinculante. Pero al mismo tiempo, es importante empezar a construir una cultura de respeto a las decisiones de los entes legítimamente constituidos. ¿Que el Congreso es ilegítimo, espurio y poco confiable? ¡Sin duda! Pero la ley lo faculta para tomar este tipo de decisiones, sean de nuestro agrado o no. Y si no vamos a aceptar esas decisiones, entonces no tiene caso que se contemplen en el ordenamiento legal.

Por otra parte y aunque nadie lo ha expresado, hay un elemento fundamental que no puede pasar inadvertido: la CICIG se excedió en su mandato porque este no le concede facultades en materia electoral y no le corresponde dirigir una investigación por el caso que involucra al presidente o al de la UNE, los cuales son distintos, en esencia, de Cooptación del Estado, donde sí aparecen involucradas estructuras paralelas (Por favor, revise aquí dichodocumento). Y aclaro: aplaudo el trabajo de CICIG mas no avalo (por razones muy distintas de las que esgrimen la Fundación Terrorista y adláteres) ciertos excesos en que ha incurrido la Comisión y que tarde o temprano se deben poner sobre la mesa, aún a riesgo de ser uno señalado de “defender la corrupción y la impunidad”.

Lamentablemente para el mandatario, en pocas horas se gestó una nueva coyuntura (¿o una etapa más profunda de la crisis?) cuando 107 diputados forjaron una alianza legislativa sin precedentes, que pretendió darle un giro de 180 grados a los delitos de financiamiento electoral ilícito, pero cuya finalidad inmediata y más que evidente era exculpar a varios políticos implicados en casos relacionados con dicha figura, vale decir, el propio presidente Jimmy Morales, entre otros.

Como era de esperar, las redes sociales y algunos medios alternativos que confunden el activismo con la ética periodística (defiendo el derecho sagrado del lector de ser informado sin presiones ni sesgos, como dicta la doctrina) no tardaron en cuestionar y descalificar y por supuesto, desinformar en algunas ocasiones lo ocurrido en esta triste semana. Decididamente y de manera muy torpe, Blanco y el resto de congresistas lograron que una crisis “más o menos manejable” se convirtiera en un estímulo para que la gente tomara las calles de nuevo.

Repudio. El descontento acumulado hacia la gestión legislativa contribuyó a que la población volcara su rechazo a las recientes acciones pro impunidad. Lamentablemente, los hechos violentos no se han hecho esperar

Para colmo, parece que la fama de las pocas luces que alumbran al presidente es mucho más que un chiste. Ha trascendido que insistirá en solicitar el retiro del comisionado Iván Velásquez ante la ONU, en cuyo caso este organismo no tendrá más remedio que aceptar la petición. Ya no se trata sólo de la Convención de Viena o el Acuerdo entre Guatemala y el ente mundial por medio del cual se le da vida a la Cicig. Se trata de que la ONU no puede desoír una solicitud de este tipo de parte de un Estado. No se trata de un diplomático, es cierto. Se trata de un funcionario de Naciones Unidas y, según me cuentan, ya se ha tomado la decisión de retirarlo de Guatemala.

El tema, ahora, es cuestionarnos:

1o. ¿Si el presidente hubiese sido enjuiciado, en qué condiciones se encontraría hoy el país? En lugar de desactivar la crisis, es posible que esta se habría extendido de manera muy peligrosa, a causa de las reacciones que esto habría ocurrido en los casos de la gente de Fundaterror y demás banderizos.

2o. Para avanzar en la lucha contra la corrupción los entes investigadores están super obligados a actuar de manera impecable e incuestionable, o de lo contrario solo fomentan los mismos vicios del sistema de justicia que pretenden combatir y

3o. ¿Cómo hacemos para superar la coyuntura y entrarle a los temas de fondo? Despidiendo a Morales y exigiendo la renuncia de los diputados actuales no parece tener mucha viabilidad, debido a que en el primer caso asume el vicepresidente Jafeth Cabrera y en el segundo, no existe un mecanismo legal para depurar el legislativo.

Coincido con muchas opiniones que el presidente Jimmy Morales simple y sencillamente jamás debió llegar a ocupar tan alto cargo. No estaba preparado, carecía (y carece) de una visión de Estado y de un Plan de Gobierno. Pero todo eso se sabía y aún así fue elegido por más de 2 millones de incautos (?), siendo ahora muchos más los que exigen su salida. Aún así, parecía preferible dejar que continúe en el cargo a que el páis sufra un nuevo retroceso en materia de institucionalización y ejercicio democrático. Ahora ya no estoy tan seguro.


Increíble. Los mismos que lo llevaron a la Presidencia, menos de dos años después exigen que se vaya

¿Hasta dónde llegará la coyuntura cuando se conozca que Iván Velásquez finalmente fue destituido? Sin duda producirá una nueva crisis, quizá más aguda, en la cual las protestas servirán como marco para las grandes decisiones que habrán de venir, tal como aconteció en 2015 cuando el panorama fue definido por la embajada de Estados Unidos y las élites tradicionales.

Lo importante ahora es ver hacia adelante. Buscar la forma de superar la coyuntura de una vez por todas, debido a que el derecho de pataleo desde las redes sociales -o aún en las calles -tiene una función efímera (aunque en esta ocasión, es de lamentar los hechos violentos que se han producido en pocas horas; lo cual difiere radicalmente de "La Plaza" del 2015). 

En lugar de solamente desahogar la ira, hoy más que nunca hay que sentarse, dialogar y construir. El dilema sigue siendo: Algunos proponen una nueva Asamblea Constituyente, otros, la mayoría, que renuncien el presidente y se depure el Congreso. La disyuntiva es: ¿Podemos hacerlo dentro del marco constitucional o tendremos que acudir a un rompimiento del mismo? Y más  importante aún ¿Tenemos los líderes visionarios para emprender un proceso realmente transformador; que no se quede en la simple exigencia de reformas jurídicas sino institucionales y sociales de fondo, como las que necesita Guatemala?

Por nuestro bien y el de las futuras generaciones, espero sinceramente que sí.

lunes, 11 de septiembre de 2017

EL FRUSTRADO GOLPE DE ÁLVARO COLOM



Por: Edgar Rosales

Al iniciar esta etapa desde la revista gAZeta, en esta primera entrega deseo relatar una pequeña historia. Es inédita y la viví cuando cumplía funciones técnicas en el período gubernamental de 2008 – 2012, siendo testigos las personas que cito adelante. Era una tarde del año 2010 (perdón si no detallo la fecha, pero no la anoté) cuando el presidente Álvaro Colom externó su intención de propiciar, ¡imagine usted! un golpe de Estado.

En esa ocasión fuimos citados a la sala de sesiones del Gabinete para conocer la encuesta de opinión que periódicamente le presentaba la firma Cid -Gallup a Colom, su equipo comunicacional y staff político. Estaban Fernando Fuentes Mohr, asesor presidencial y tío de Juan Alberto Fuentes, ministro de Finanzas y Arnoldo Noriega, asesor presidencial. Además, Luis Haug y Fernanda Rodríguez, representantes de la encuestadora, y quien esto suscribe. Había dos o tres personas más pero se me escapan sus nombres.

La medición se refería a temas habituales en estos casos: popularidad del Gobierno (que contrario a cierta desinformación, se mantuvo estable -entre 58% y 42% durante los cuatro años de administración-. Además, registros de percepciones, opiniones negativas y positivas o expectativas de los entrevistados. Un hecho general era que la acción más conocida del régimen eran los programas sociales que dirigía la Primera Dama, Sandra Torres.

Después de la presentación, el Presidente tomó su libreta de apuntes y en silencio hizo anotaciones. Luego, como era su costumbre, pronunció algún preámbulo en relación con los datos que Cid-Gallup le había presentado. De pronto, su expresión cambió hacia una forma más solemne; quizá misteriosa. Finalmente dijo lo que nadie esperaba: “Muchá, yo quería exponer aquí una idea que me ha estado bailando en la cabeza y que yo creo que no se puede postergar más. Por supuesto, ya hice consultas a algunos abogados y creemos que lo que pienso es válido. Agárrense porque mi decisión es cerrar el Congreso de la República, ya que con estos zánganos es imposible trabajar”.

De inmediato asumí que ese “imposible trabajar” se refería a las frustradas intenciones de impulsar una reforma fiscal, que fue severamente bombardeada por la oligarquía hasta hacerla fracasar. Sin embargo, tampoco se podía descartar los continuos chantajes de diputados de diversas bancadas (incluida la oficial) que pretendían prebendas injustificables. O, incluso, el bombardeo continuo e inmisericorde sobre los programas sociales; misión que era desarrollada por la entonces diputada Roxana Baldetti y la tabién congresista Nineth Montenegro, quien actuaba obedeciendo instrucciones de su mecenas: Dionisio Gutiérrez (con la plena complacencia de los medios de comunicación hacia lo que ambas divulgaban, aunque no les asistiera la razón).

He pensado que el momento apropiado para hacerlo no puede demorar mucho. El tiempo está corriendo y la gente quiere respuestas, pero ya no se puede. También he analizado los riesgos, y estoy decidido a que si los pistudos se vuelven contra mí, renuncio y me voy a la montaña”, prosiguió el mandatario.

Es imposible relatar la impresión que aquellas palabras causaron sobre los presentes. Durante varios minutos reinó, como reza la trillada frase, un silencio sepulcral. No obstante, una vez repuestos de la impresión, las expresiones de rechazorotundo a tan descabellada idea no se hicieron esperar. Fuentes Mohr era uno de los más indignados y tengo muy grabadas sus palabras: “!Vos Álvaro, si que la jodés. Lo que querés hacer es la misma babosada que hizo Serrano! ¡Estás loco! Ni aquello ni esto que pensás tiene justificación! “Mejor hablemos cuando estés tranquilo. Acto seguido se levantó y abandonó la reunión muy airado.

Haug, Noriega y yo reforzamos aún más esas palabras. “Esto no va con la vocación democrática de su gobierno, señor Presidente, expresaba Haug. “Esto es, precisamente, lo que esperan la oligarquía y la prensa. Les vas a dar la excusa perfecta para botarte, aseveró Noriega”. “Presidente, no creo que tus palabras sean sensatas. Con esto lo único que vas a lograr es que se termine la esperanza que le hemos llevado a los beneficiarios de los programas sociales y estarás insultando de manera grotesca, el impecable nombre de tu tío Manuel y el sacrificio de tantos más que hemos hecho cualquier esfuerzo para construir la democracia”, fue una parte de mi argumentación.

Estoy seguro que algunos llegamos a pensar que el presidente se habría tomado algunas copas de más. Pero no. Intencionalmente me acerqué a hablarle, pero no percibí indicios de ingesta alcohólica. Era, concluí, una idea nacida de las profundas presiones a las que se puede ver sometido un mandatario. O, probablemente, la desesperación de verse encerrado y aislado, incluso por algunos de su círculo más cercano. Creo.

La reunión terminó de manera abrupta y sin conclusiones, pero con la esperanza de que Álvaro Colom desistiera de tan alucinante idea. En los días siguientes estuvimos a la expectativa de las acciones presidenciales. Suponemos que fue convencido de que desistiera. Afortunadamente el tema no trascendió y como testigo de semejante desatino, aún me estremezco al imaginar el caos para el país, si Colom le da rienda suelta a tan perversa intención y sobre todo, en condiciones que le eran terriblemente adversas al gobierno.


No cabe duda que hasta los ideales democráticos se pervierten a la sombra del poder. Y sobre todo, no cabe duda que hasta la “mano aguada” algunas veces puede manejar su dosis de autoritarismo reprimido.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

URGEN PROPUESTAS POLÍTICAS SENSATAS


    SE VALE PEDIR. La población agrupada en "La Plaza" empezó a exigir cambios de todo tipo. Ahora, en 2017 parece haber perdido mucha fuerza, sin duda por las experiencias sufridas por sus propuestas en los últimos dos años. (Foto tomada del sitio web de Estrategia y Negocios).

Por: Edgar Rosales

Es agosto de 2015 y la gente abarrota la Plaza de la Constitución. Y aunque era una imagen muy frecuente en la década de los 70, para las nuevas generaciones de guatemaltecos ahí concentrados, esto es algo radicalmente nuevo. La estridencia de las vuvuzelas acompaña el archiconocido estribillo (nunca cumplido) que desde 1973 proclama: El Pueblo Unido Jamás Será Vencido y entre las pancartas multicolores, hay una que destaca: vamos a construir un nuevo sistema político.

Con aquella protesta masiva también llegaba a su fin el tan efímero como nefasto gobierno del Partido Patriota y que en solo dos años se erigió como uno de los insultos más terribles en la historia política de Guatemala. Sólo faltaba el acto final: la renuncia y enjuiciamiento de sus “líderes máximos”, el presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti, acción que se logró, -de ninguna manera gracias a las manifestaciones populares como algunos ilusos a la fecha creen- sino al concurso del Ministerio Público, la CICIG y ¡por supuesto! La embajada de Estados Unidos.

Sin embargo, las ganas y la costumbre de exigir cambios permanecieron en la psiquis de los guatemaltecos, más o menos en el tono de la pancarta antes referida: “Si fuimos capaces de derrumbar al Presidente, somos capaces de cambiar a la sociedad. Capaces de refundar un nuevo Estado. De armar una revolución. De exigir una nueva Ley Electoral y de Partidos Políticos que borre del mapa a los actuales y le abra paso a una nueva clase política”.



Primer error. Ninguna sociedad se ha transformado a partir de mecanismos legales. Estos, antes bien, sirven para apuntalar y consolidar tanto las virtudes como los vicios de aquella. La transformación social (que no es necesariamente el paso del capitalismo al marxismo como sostiene la teoría clásica) es resultado de una serie de procesos mucho más dinámicos; de la interacción de sectores en torno a propósitos comunes y claramente definidos.

De ahí que, en línea con esa tónica de proponer (lo que sea, pero la cosa es proponer) nos encontramos en columnas y análisis con sugerencias que a estas alturas ya no se conoce su origen ni sus verdaderos propósitos. Como un pequeño ejemplo, no fue “la Plaza” la que planteó la creación de pequeños distritos electorales. De quien conocí esta propuesta fue de Acisclo Valladares, uno de los abogados representantes del conservatismo rancio del país. Ahora hasta en los comunicados de los sectores populares aparece como condición sine qua non, que “para crear un nuevo sistema político, es importante cambiar el método de elección”.



Sin embargo, me parece extraño que casi nadie haya llegado al meollo de esta propuesta: para llevarla a cabo, es indispensable que previamente se modifique el artículo 157 de la Constitución Política de la República, el cual establece que : “La potestad legislativa corresponde al Congreso de la República, compuesto por diputados electos directamente por el pueblo en sufragio universal y secreto, por el sistema de distritos electorales y lista nacional, para un periodo de cuatro años, pudiendo ser reelectos”. Y en su siguiente párrafo define: “Cada uno de los departamentos de la república, constituye un distrito electoral. El municipio de Guatemala forma el distrito central, y los otros municipios del departamento de Guatemala constituyen el distrito de Guatemala.


Por tanto, mientras el texto constitucional esté vigente y mientras no se emprenda un proceso de reformas de la Carta Magna, que incluya la modificación del artículo antes mencionado, el modelo de elección de diputados seguirá siendo el mismo que rige desde 1985. Y por si fuera poco, no veo que alguien esté impulsando dichos cambios. Recordemos que, si mucho, se han planteado reformas en el sector Justicia y quién sabe si vayan a prosperar.

Entiendo la necesidad de impulsar cambios como el anterior. Pero también tengo claro que estos no pueden emprenderse al margen del texto constitucional, porque devendrían nulas ipso jure. De ahí, entonces, que sea muy poco probable que Ley Electoral y de Partidos Políticos sea la panacea que muchos proponen. Y por ende, la única forma en que se han alcanzado impulsar reformas profundas y hasta cierto punto radicales, ha sido cuando se redacta una nueva Constitución como producto de un golpe de Estado.


Pensemos, entonces, con los pies sobre la tierra. Una cosa son las legítimas aspiraciones de La Plaza y otra, que esta legitimidad y ese deseo sean suficientes para su aplicación práctica, sin trastocar el aparato jurídico. Nos guste o no, el camino es un proceso de transición, con el acompañamiento ineludible de la auditoría social y los mecanismos de transparencia que han impulsado CICIG, MP y CGCN.


Y es que, usted no me dejará mentir: una nueva generación de políticos no va a ser mejor ni peor que la actual. Será, como en toda actividad humana, una expresión concentrada de la sociedad guatemalteca; una representación de todas sus virtudes y defectos. 

Pero, sobre todo y entre muchas otras limitaciones, tampoco se ve una alentadora nueva clase política en perspectiva. Todo lo contrario, los más conspicuos dirigentes jóvenes, son los del cuesionable Movimiento Cívico Nacional -MCN-, (antes los Camisas Blancas del Partido Patriota y en 2015 banderizos de Alejandro Sinibaldi) que no reparaban en mientes para tildar de corrupto a cualquier personaje político que no comulgara con sus ideas retrógradas. 


PÉSIMO MENSAJE. Los vínculos denunciados entre los Camisas Blancas del MCN y Alejandro Sinibaldi resultaron una pesada broma para quienes veían en ellos el germen de una nueva clase política joven.

Otras opciones de liderazgo juvenil, excuso decirlo, aún tienen que pagar un largo derecho de piso para ser viables. La experiencia de haber llevado a ciegas a un cómico a la Presidencia es un chiste de mal gusto, del cual nos costará mucho recuperarnos y serán los jóvenes quienes lleven el peso de las malas decisiones de otros. 

Pero ni modo. Así son las cosas en política; mejor dicho, así han sido y sin duda seguirán siendo, aunque al solo pensarlo se nos estruje el corazón. 

sábado, 2 de septiembre de 2017

IVÁN SE TIENE QUE IR

   El pulso continúa. Pese a la resolución de la CC en contra de la acción del presidente Morales declarando non grato al comisionado Iván Velásquez, las aguas políticas distan mucho de ser normales y, por el contrario, parecen cada vez más peligrosas. (Foto Prensa Libre. website).

Por: Edgar Rosales

Sí, estoy consciente de que el titular de este artículo provoca reacciones irritantes. Y es que, ni modo, estamos en un momento de la historia en el cual las circunstancias nos han arrastrado a definir posiciones únicamente en torno a dos opciones: O estás a favor de la corrupción o estás en contra de ella. Menuda dicotomía que sólo confirma las visiones que priman en esta sociedad, donde todo problema debe resolverse con base en los extremos (marcados por el apasionamiento) y de hecho cerrando espacios a la racionalidad.

Aún así, no importa. Expreso mis opiniones con toda libertad e independencia respecto de las posiciones maniqueistas y, para colmo, transitorias. Por ello, considero que el Comisionado de la CICIG, Dr. Iván Velásquez, en estos momentos políticamente confrontativos es quien menos tiene opciones. Está frente a decisiones personales, en las que irse del país es lo que mejor le conviene.

Pero en vista de que en este país de polaridades artificiosas todo hay que explicarlo, debo señalar que la proposición anterior no tiene absolutamente nada qué ver con el trabajo del Comisionado. Tampoco es un aval a los recluidos en Matamoros o el Zavala, no se emocionen. ¡Chish! Si algunas personas en el mundo causan repulsión son los ex funcionarios del Partido Patriota, básicamente porque han sido señalados por la comisión de actos corruptos y los juicios parece que van a confirmarlo. No solo merecen desprecio; justa sería su muerte política por los siglos de los siglos.

¿Y entonces, por qué afirmar que el Dr. Velásquez debe abandonar el país? Quizá muchos no lleguen a entenderlo pero es un hecho que, hoy más que nunca su vida está en peligro. De nada sirve que la Corte de Constitucionalidad haya resuelto un amparo a su favor en tiempo récord y sin llenar las formalidades de ley para estos casos. Eso no garantiza la seguridad personal de Iván Velásquez y se tiene que ir.

Y es que desde el momento que el presidente Morales lo declaró Non Grato puso al comisionado en grave riesgo. En un peligro mortal. Ahora ¡Dios no lo quiera! Muchos de los adversarios de la CICIG (los sicarios y sus familiares que atesoran rencores forjados por la guerra interna) tienen la oportunidad de causar daños a la integridad física de Velásquez. No se necesita ser un gran analista de inteligencia para entender esto.

Y corre peligro su vida porque, en caso de consumarse un atentado en su contra, nadie; ni siquiera la comunidad internacional podría emitir declaraciones condenatorias contra el gobierno. Por muy infantil que parezca, el mandatario puede lavarse las manos y decir “Yo se lo advertí. Lo declaré non grato y lo conminé a abandonar el país, pero él, los placeros, la Corte de Constitucionalidad y muchos otros, lo forzaron a permanecer en el país a pesar de que yo había ordenado que se fuera. Por tanto, desde el momento que desobedeció se expuso a cualquier circunstancia inesperada”.

Probablemente muchos piensen que lo anteriormente descrito es una mera mariguanada; una idea lanzada al aire sin mayor fundamento. O quizá un mero producto de imaginaciones calenturientas. Es posible, que lo piensen. Sin embargo, lo que nadie puede negar es que existe un poder real de las mafias y una capacidad reducida de acción frente a sus desmanes. Repito: Iván está en peligro en tanto permanezca en Guatemala, más ahora que el Estado, al declararlo Non Grato, prácticamente se desentendió de su seguridad.


Hay que hacer cualquier acción para demandar la seguridad del Comisionado. Estamos frente a un problema realmente grave en la lucha contra la corrupción y la impunidad. ¡Iván se tiene que ir, porque eso no detiene la lucha contra la corrupción!  Espero no sea tan difícil de entender.