Por: Edgar Rosales
Ahora
que ha estallado una crisis política en Guatemala -impredecible en
cuanto a su desenlace final- es importante poner sobre el tapete
algunas consideraciones acerca de cómo se llegó a este estado de
cosas. Dicha tarea es difícil en un ambiente caldeado e
ideológicamente sobredeterminado como el que se observa en estos
momentos, en los cuales todo análisis se reduce a “Estás o no
estás contra la corrupción”.
Todo
gira alrededor del pulso desatado entre el presidente Jimmy Morales e
Iván Velásquez, comisionado de la CICIG; un enfrentamiento que
tarde o temprano iba a ocurrir, debido a que el agresivo trabajo del
colombiano fue tan profundo que tocó estructuras consideradas
intocables y que, obviamente, causaron reacciones entre las mafias
afectadas, cuyos reprsentantes intelectuales terminaron por venderle
a los incautos una polarización ideológica artificial.
Sin
embargo, si se pretende analizar el problema con algún grado de
objetividad, debemos partir del hecho que, no porque algo fue
denunciadopor CICIG y MP, debe tomarse como una verdad irrefutable y
comprobada. No. Ambas entidades, al igual que Velásquez y la fiscal
Thelma Aldana han cometido errores durante su gestión. Son humanos
al fin y al cabo y el plantear esto no significa en modo alguno
que estemos “a favor de la corrupción y la impunidad”.
¿Quién ganará el pulso? Jimmy Morales e Iván Velásquez llegaron al límite del enfrentamiento, arrastrando al país a una seria crisis política. (Foto tomada del website de La Hora).
Debo señalar que durante todo el tiempo en que Velásquez ha permanecido al frente de CICIG he visto con admiración su trabajo. Lo he respaldado en la medida que mi pequeño radio de influencia puede tener. Sin embargo, la manera cómo dirigió la crisis durante la semana previa a este domingo en que ha sido declarado Non Grato, francamente lo deja muy mal parado ante la historia. Cometió no uno, sino varios monumentales errores.
¿Por
qué? Velásquez jamás debió prestarse a politizar la justicia, y
eso fue lo que hizo exactamente, arrastrando consigo a la fiscal
Aldana y validando las estupideces de gente como Ricardo Méndez Ruiz
o Giovanni Fratti. Desde el momento que se filtró que el presidente
Morales viajaría a Naciones Unidas para solicitar su retiro, debió
actuar dentro del marco legal y nada más. Lo que hizo fue armar un
esquema que empezó por incluir acusaciones de financiamiento
electoral ilícito en contra de los partidos políticos Líder y
Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). Sin embargo, ello fue tan sólo
el pretexto para criminalizar posteriormente al partido oficial FCN,
del cual Morales era Secretario General y así solicitar el
levantamiento de su antejuicio.
Es
difícil creer que Velásquez, Aldana o el Fiscal Schaad ignorasen
que el caso de estos tres partidos era COSA
JUZGADA desde el momento
que el Tribunal Supremo Electoral canceló a uno (Líder) y absolvió
a la UNE y FCN. Tampoco uno puede hacerse a la idea que no supieran
que “nadie puede ser perseguido dos veces por el mismo delito”,
tal y como ocurrió en estos casos que ya habían sido resueltos y
archivados. Y tampoco pueden invocar que “aparte es lo
administrativo y aparte lo penal”, porque el delito de
financiamiento electoral ilícito no estaba vigente en las elecciones
de 2015 y, como reza un precepto jurídico fundamental: lo
que no está prohibido, es legal.
Aquí y en Júpiter.
Jugada fatal. La denuncia presentada por CICIG y MP por el caso de financiamiento electoral ilícito del partido oficial, como base para solicitar el antejuicio del presidente Morales, al final lución más como una vendetta que como un acto de justicia. (Foto tomada del website de Prensa Libre).
El
segundo error garrafal es la decisión de la Corte de
Constitucionalidad de amparar a Velásquez y acordar, contrario a lo
que dicta el derecho, que la decisión presidencial de declararlo Non
Grato quedaba sin efecto. Ya lo han explicado hasta la saciedad
infinidad de juristas: el máximo tribunal constitucional, lejos de
defender el Estado de Derecho protagonizó un golpe de Estado que
puede tener repercusiones internacionales porque violó la Convención
de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, el cual salvaguarda la
facultad de un mandatario de declarar Non Grato a un representante
diplomático. Es decir, Morales actuó plenamente facultado al
suscribir esta decisión.
Empero,
el presidente tampoco está exento de errores. Sus argumentos para
justificar por qué decidió expulsar a Velásquez son los mismos que
expresan los voceros de las “Líneas”: Irrespeto al debido
proceso, presiones sobre el Organismo Legislativo. Ni siquiera fue
original. En todo caso, su deber moral era abstenerse de adoptar una
medida extrema, toda vez que a nadie escapa el caso que involucra a
su hijo y hermano, sindicados de fraude, lavado más otras
menudencias, hechos que nadie, ni siquiera los más empedernidos
jimmyliebers
pueden ignorar o disculpar.
El
caso es que este lunes Guatemala amanece más dividida y enfrentada a
causa de una cadena de errores que nunca debieron ocurrir. Velásquez
jamás debió manchar su récord de jurista armando casos de justicia
politizada. Paradójicamente, el político Velásquez nunca entendió
que las reglas del juego político en Guatemala son mucho más
cimarronas que las de Colombia. Se enfrentó a medio mundo y al final
no supo cuántos enemigos tenía realmente. Se dice que todavía
estaba por enfrentarse a otro sector que estaba siendo investigado:
la mafiosa oficialidad actual del Ejército de Guatemala.
Por
su parte, otro ente político, la CC, deberá enmendar el error de
otorgar un amparo pasando sobre legislación internacional,
otorgándolo en tales términos en definitiva. Y Morales, aparte de
enfrentar la soledad en la que lo han dejado algunos de sus
principales cuadros administrativos, parece que sus días en la
Presidencia serán marcados por tiempos más turbulentos que nunca,
ahora enfrentado con la comunidad internacional, con sectores de la
sociedad civil y con la “mara placera” que lo llevó al poder.
Su cuota para la crisis. La Corte de Constitucionalidad se habría excedido en sus funciones al otorgar el amparo al comisionado Iván Velásquez, decisión que será objeto de impugnaciones. (Foto tomada del website de Publinews).
Eso sí, cualquiera que sea el desenlace de esta crisis, las cosas no pueden volver a ser igual que antes. Velásquez, aunque se quede en Guatemala, ya no podrá desempeñar su papel en las mismas desafiantes condiciones y sin duda tendrá que largarse del país. Lo mejor que puede
hacer la fiscal Aldana es cumplir su promesa de renunciar, porque las circunstancias para ejecutar su labor también han variado radicalmente. Y de paso, esto significará el adiós a una campaña presidencial prematura (y a veces descarada) que emprendió desde el espacio de su cargo público.
En
este río revuelto, hay alguien de quien la mayoría de análisis
parecen no tomar en cuenta: ¿Cómo queda el valiente juez Miguel
Ángel Gálvez? Sin duda ahora los abogangsters
del Zabala tienen la puerta abierta para plantear de la manera más
descarada la anulación de los procesos “debido a que lo actuado
por Velásquez y la CICIG fue motivado por “venganzas ideológicas”.
¿En soledad? El destino de Jimmy Morales empieza a ser marcado por una terrible soledad. Varios de sus ministros renunciaron y otros funcionarios les habrán de seguir. (Foto tomada del website de Prensa Libre).
¿Y
Morales? Esperamos que no sea el miserable conejillo de indias por
medio del cual las mentalidades perversas y de tono oligárquico (hoy
curiosamente articuladas con círculos mafiosos), esperan retomar el
control del Estado, por lo que no es nada aventurado asegurar que los
días del Presidente “Ni corrupto, ni ladrón” (aunque en
realidad ha resultado eso y además, baboso). Y por supuesto, no me
refiero tampoco a la acción de las masas entusiastas de “La
Plaza”, las cuales nuevamente carecen de una dirección estratégica
y todo lo que cuentan para resolver la crisis es con mucho corazón y
la apasionada consigna de siempre: aquella utópica que desde los
años 70 nos dice que: “El Pueblo Unido Jamás Será Vencido” .
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