Por: Edgar Rosales
Un día mira uno en la televisión que
el presidente Jimmy Morales pronuncia un discurso (no importa la
maldita razón que lo motiva, uno lo ve por accidente). Pero en lugar de una pieza de oratoria, lo
que se escucha es de parar los cabellos. Unas veces, su singular
instinto de comediante le ha sugerido deleitar a su arrobada
audiencia con una pieza de su peculiar “jimmylosofía”. Otras
veces más afortunadas para su público (nótese el sarcasmo) este
deberá digerirse una absurda conjugación del verbo amar o una
invitación a “tapar el dedo con un sol”.
Sin embargo, esto apenas empieza. Su
más reciente desliz resultó de antología y rebasó los límites de
lo humanamente tolerable. “Si alguien está haciendo (sic) algo de
corrupción, que se persiga el delito, pero que no se persiga a las
personas, porque la justicia es para perseguir los delitos y no a
las personas”. Sí, así lo dijo con todas sus letras y frente
a todas las cámaras y micrófonos habidos y por haber. Tan
revolucionaria declaración, jamás imaginada siquiera por néofitos
como Eugenio Cuello Calón o mediocres como Santiago Mir Puig transformó en cuestión de segundos la añeja
institución del Derecho Penal, gracias a la novedosa teoría de Morales.
Y como era de esperar, mejor que cualquier sesudo análisis
jurídico, son los demoledores memes los que se han encargado de disectar
(literalmente) el infortunado mensaje presidencial. “O sea, hay que
castigar al homicidio y no al homicida”, reza uno que leí por
algún lado. O mandar al bote el financiamiento ilícito, pero jamás al alcalde Arzú. Y así, por el estilo,
abundan las mofas que causa este nuevo desatino.
Y es entonces cuando uno recuerda que
hace pocos días, la esfera gubernamental de turno -la Cancillería
para ser más exactos- nos obsequió una gema de estulticia al
enviarle una misiva nada diplomática a Iván Velásquez, comisionado
de la Cicig, por medio de la cual le informa acerca de la renovación
de su visa y que pudiera seguir haciendo lo que hace, pero bajo la
sutil advertencia de “respetar la Constitución” y “Abstenerse
de inmiscuirse en asuntos internos de Guatemala”.
PELIGROSA MANCUERNA. En poco más de un mes en funciones, la canciller Sandra Jovel y su segunda al mando, Alicia Castillo han dado muestras de sus limitadas capacidades diplomáticas.
Estos actos administrativos de tan dudosa
justificación solo incrementan el desgaste que se ha construido el
gobierno de la República, cuando aún no ha llegado a la mitad del
camino. Fue una medida, además de anodina, una clarísima
demostración de ineptitud, de la cual no se puede culpar del todo a
la ministra Sandra Jovel o a la viceministra Alicia Castillo Sosa. Y
es que como bien dice un refrán muy famoso en la administración
pública: los empleados siempre hacen todo lo posible por imitar al
jefe.
REPUDIO GANADO. Las insinuaciones del Vicepresidente Cabrera en torno a que casi todos los guatemaltecos han incurrido en actos de corrupción, se ganaron un repudio general.
Y cuando uno esperaría que, por ser
profesional tal vez algunas luces tendría el vicepresidente Jafeth
Cabrera para orientar el rumbo, más o menos como lo hizo Eduardo
Stein en la época de Óscar Berger. Pero resulta que para el nada
carismático vicemandatario, Estados Unidos debería de dejar de
extender visa a los guatemaltecos porque “casi todos se han visto
envueltos en hechos de corrupción”. Sí, así como lo lee. Falacia
por generalización imperfecta pronunciada nada más y menos que por
un ex Rector -mediocre- de la Usac.
Y si estos ejemplos retratan verazmente
al gobierno de Morales, lo peor es que la escasa reserva útil y
coherente que uno podía esperar de esta administración se cayó
estrepitosamente. Al parecer, no era tan irrevocable la renuncia de
los ministros Julio Héctor Estrada, de Finanzas Públicas, Leticia
Teleguario, de Trabajo y Previsión Social y Francisco Rivas, de
Gobernación, cuya sujeción a los dictados del Departamento de
Estado no puede ocultarse más, porque ha trascendido que fue el
embajador Luis Arreaga quien les ordenó que volvieran cuanto antes
al rebaño; que no podían desobedecer las órdenes de “mas
arriba”. ¡Y así lo hicieron!
SOLIDARIDAD. El equipo de la Embajada al servicio del gobierno de Morales, así como anunciaron su renuncia dieron de inmediato marcha atrás. Las órdenes venían de "más arriba" aunque no necesariamente en inglés porque el embajador nació en Guatemala.
Pero, total, así de histriónicos, así
de anodinos, así de cretinos y así de hueseros son
“nuestros” funcionarios de turno. Y lo más desalentador es que
aún habremos de transitar 26 meses en su dulce compañía, antes de
que entregue el poder el equipo de gobierno más incapaz de todos los
tiempos.
Y es que, a juzgar por los hechos, el
camino para desalojarlos de Casa Presidencial no pasa por la vía del
antejuicio, ni del paro nacional ni de las asambleas populares.
Incluso y como es usual, la oligarquía empieza a vender la idea que
hay que empujarles la carreta para ayudarlos a llegar al final, a
pesar de la Cicig o de lo que sea. ¡Es el precio por creer que un
payaso podía ser lo mismo que un presidente!
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