Foto tomada de BBC com
Por Edgar Rosales
Sí, ya sabemos que el Presidente acaba
de recibir un “severendo” revés de parte de la Corte de
Constitucionalidad (CC) en respuesta a su estéril y a la vez absurdo
deseo de sacudirse a Iván Velásquez, comisionado de la CICIG, para
complacer las presiones de la cohorte de militares mafiosos que le
marcan el paso y porque, en última instancia, le resultaría de
beneficio personal ante el inminente juicio contra su hermano e hijo,
implicados en el caso Botín del Registro de la Propiedad.
También sabemos que al consumar la
increíble maniobra de declarar no grato a Velásquez, incurrió en
acciones que denotan -como en tantas otras ocasiones- que la máxima
autoridad del Ejecutivo no sólo es neófito en asuntos de Estado,
sino es reacio a abandonar su antiguo rol de comediante.
Pero la verdad de las cosas es que al
amparar en definitiva a Velásquez, más que lanzarle un salvavidas,
la CC le ha brindado a Jimmy Morales la oportunidad de anotarse un
triunfo. Efímero y pírrico, pero triunfo al fin. ¿Cómo así, este
está bolo? dirán muchos de los estimables lectores.
Pues no. Todas las condiciones
anunciaban un panorama complejo para el Presidente. Para empezar, la
reacción del bipartidismo estadounidense fue enviar mensajes de
apoyo al trabajo de la CICIG, que incluyeron la nada velada amenaza
de impulsar acciones para reducir la asistencia al país. Tampoco
debió ser agradable que el Cuerpo Diplomático en el país cerrara
filas para advertir al gobernante acerca de los riesgos de su
descabellada decisión.
Y por supuesto, “La Plaza” dio
algunas muestras de aliento, intentando en vano emular las acciones
masivas desarrolladas en el año 2015, lo cual no se logró debido a
ciertos factores: 1) la innegable instrumentalización que en aquella
oportunidad se hizo de las protestas sociales. 2) la desarticulación
del movimiento, luego de encarcelar a Otto Pérez, Roxana Baldetti y
3) la estrategia de la inteligencia militar de antaño, de
descalificar las protestas por medio de merolicos que engañan
babosos desde las redes sociales.
Apoyo a CICIG. Aunque las protestas populares no se hicieron esperar, la crisis fue desactivada (al menos temporalmente) gracias a que la CC amparó en definitiva al comisionado Velasquez. (Foto tomada del website de Publinews).
Del lado de Morales también hubo
adhesiones, por supuesto, sólo que fluctuantes entre lo irrisorio y
lo repugnante, por sus orígenes e intereses espurios: Fundación
Terrorista, El Taquero (delincuente peligroso), Edwin Escobar
(alcalde de Villa Nueva, también peligroso) y los cada día más
decadentes discursos de ciertos libertarios que se alían con el
capital mafioso en esta prueba de fuerzas.
Por todo ello, a Jimmy se le venía
algo terrible y por eso la CC le permite que el revés no resulte tan
amargo. Pero debe entender que mantener el enfrentamiento de nada le
servirá. Y aunque Velásquez logró que se restableciera su dignidad
personal, es un hecho que las cosas no van a seguir igual para él y
para CICIG. Tanto así que se habla con insistencia de su
irremediable regreso a Colombia y el nombramiento de un nuevo
comisionado.
Pero aunque esto último no ocurriera,
lo que han logrado Morales & Mafias es desgastar la credibilidad
de Velásquez. No en la medida que esperaban, por supuesto, pero en
una guerra es inevitable que haya heridos.
Falta saber cuáles fueron los términos
de la reunión sostenida ayer entre el Embajador de EE.UU. Todd
Robinson, en una de sus postreras acciones, y el presidente Morales.
Lo más probable es que le haya tendido un puente de plata; una
salida airosa. Podría ser su permanencia en el puesto, a cambio de
que no se levante su antejuicio. E iniciar un período de distensión,
evitando el enfrentamiento y dejando que el nuevo Comisionado
desarrolle su labor sin tantos obstáculos, al menos desde el
Ejecutivo.
Urge distensión. El fallo de la CC debiera llevar al presidente Jimmy Morales a dar el ejemplo de conciliación y unidad que hasta hoy no le ha sabido dar al país y dejar de ver como enemigo a todo aquel que cuestione su mandato.
Y es que es urgente dejar de ver esto
como un choque de trenes; como una lucha entre el
bien contra el mal (aunque en el fondo lo sea) o de izquierdas contra derechas. Tan sólo
entender eso le daría un reparador respiro a Morales, a CICIG, a la
fiscal Thelma Aldana pero sobre todo le daría tranquilidad al país
¡Y vaya si lo necesitamos! Y además, los procesos iniciados no pueden quedar anulados, como esperarían en el Zavala.
Sí, es un misérrimo triunfo que le
permite ganar tiempo, aunque al final todo dependerá de la capacidad
de lectura del panorama y de la inteligencia del mandatario y sus
asesores para corregir la ruta.
Sin embargo, he aquí el problema...
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