Por: Édgar Rosales
Originalmente publicado en Revista gAZeta
Por si acaso quedaba alguna duda, esta fue despejada durante el «Tercer Encuentro Ciudadano», pomposo nombre adjudicado a una reunión de élites de origen e intereses más o menos diversos, que fueron convocadas para escuchar y deshacerse en alabanzas hacia la figura predominante sobre todas las demás ahí congregadas: el millonario populista Dionisio Gutiérrez.
Lo anterior no es ninguna invención ni delirio obsesivo hacia un empresario con aires de político. Basta una ojeada a los diarios de ayer, o un vistazo a los telenoticieros para darse cuenta que todos cerraron filas, con servilismo rayano en la ignominia, para destacar la presencia de Gutiérrez en el foro, y de nadie más. Nada extraño, porque así es como la prensa construye nuestros superstars, nuestros «héroes buenos que somos más» y, por supuesto, así es también cómo define a los malos de la película.
A causa de ese maniqueísmo mediático, resulta que Dionisio Gutiérrez lejos de ser al menos investigado por los innumerables casos anómalos en que se le involucra, algunos de los cuales han sido publicados, viene a ser una especie de salvador de Guatemala, para lo cual basta con declararse, así de repente, enemigo acérrimo de «los políticos» -en general- por ser los culpables de todo y de «algunos» -en particular- empresarios delincuentes, pobres víctimas de los primeros.
Por supuesto, se debe reconocer la habilidad para manejar el discurso que conviene en estos momentos y tomar parte desde «el lado correcto de la historia». Y de enviar a las masas adormecidas el discurso que están esperando oír de alguien. Por ello, nada extraña que después de ser su cómplice en el ascenso al poder, ahora despotrique contra su antiguo aliado, el expresidente Otto Pérez Molina. Eso es, precisamente, lo que se debe decir.
¿Acaso no resulta seductor, digno de encomio y hasta parece muy macho aquel que tilde de torpe e ignorante al señor presidente de la República? Aunque no sea ninguna novedad, se «siente bonito» que alguien se lo diga en público (¡oh hazaña!) ¿Quién no ha escuchado que la corrupción no tiene ideología? ¿Quién no se siente reivindicado al saber que un señor encopetado comparte el criterio generalizado de que «es necesaria la persecución implacable a quienes cometen delitos»?
Sin embargo, ¿puede haber actitud más servilista que el titular de Publinews: «Dionisio Gutiérrez llama “torpe e ignorante” al Gobierno y se gana cientos de aplausos»? ¿Y qué tal el de Guatevisión: «Dionisio Gutiérrez: “Señor presidente, deje de avergonzar a Guatemala”»? Todos los demás, según esta óptica retorcida, fueron simples invitados de piedra que no dijeron nada digno de ser destacado.
Es decir, palabras resobadas, frases estudiadas, conceptos prefabricados y ocurrencias como esa de «La izquierda me llama fascista. La derecha me llama comunista. Ya tengo un problema de identidad». Nunca he sabido que alguien lo llame «comunista» y quienquiera que lo haya hecho, entonces sí que tiene un problema de identidad. De identidad y de ubicación.
Frente al egocentrismo monumental de este personaje, resulta lamentable que la extensa trayectoria de personas como Helen Mack o Carolina Escobar Sarti palidecen irremisiblemente ante el fulgor del superstar.
Lo he mencionado anteriormente: la propuesta, objetivos, contenidos y alcances que pueda tener este Frente Ciudadano Contra la Corrupción son correctos, dignos de apoyarse y abren una enorme esperanza para el país. Incluso, he señalado que la mayoría de los firmantes de su proclama inicial me parecen personas con liderazgo, bienintencionadas y que sustentan preocupaciones genuinas en torno a la corrupción, sus inconmensurables problemas y los obstáculos que representa para construir un mejor futuro para Guatemala.
Sin embargo, una presencia ensombrece todo ese esfuerzo y la trayectoria de todas esas personas. Y si no, veamos la majestuosa troleada que le dieron las redes sociales -netcenters e internautas auténticos- a Dionisio Gutiérrez mientras su portentosa pieza discursiva era divulgada por diferentes medios.
Considero, entonces, que si se pretende conducir por la ruta apropiada esta iniciativa, es necesario, preciso e indispensable exorcizar al demonio que se pretende lavar la cara y vestirse de Primera Comunión, usando el liderazgo y el buen nombre de todos los demás.
De lo contrario, lo más seguro es que todo este esfuerzo termine en la basura. Y es que, puestos a pensar, en la lucha contra la corrupción e impunidad tampoco es válido invitar a la mesa a cualquiera. ¿O es que acaso Gutiérrez no ha sido a la justicia, lo que Manuel Baldizón a la política? Yo no encuentro diferencias reales a la hora de hacer el balance (y si no cree, pregúntele al Tío Juan).
Quizá lo único que le concedo a este manipulador profesional es lo afirmado en una entrevista reciente con Prensa Libre: «Más que al empresariado, creo que a la sociedad, con todo respeto, con toda humildad, hago un llamado a que busquemos la forma de reencontrarnos, de volver a dialogar, de hacer un esfuerzo importante por bajarle el volumen, en la medida de lo posible, a todo eso que se llama manipulación de la información…».
En efecto, ese es uno de los problemas torales que deben ser abordados, y no solo por el citado Frente Ciudadano sino por toda la sociedad. Se va acercando la hora de que los medios de comunicación también desempeñen un rol responsable en el proceso de lucha anticorrupción, porque al final del día, estos no están exentos de culpabilidad por el deterioro y enfrentamiento al que nos han conducido, al satanizar a unos -de acuerdo con sus intereses- y sacralizar a otros -de acuerdo con sus intereses-.
Y por el bien de Guatemala, la auténtica, no la que pretende fabricar este señor, espero que la próxima vez tengamos noticias más alentadoras acerca de este Frente. Enterarnos, por ejemplo, que los ingenuos personajes que lo respaldan han entendido que la amnesia histórica es uno de nuestros padecimientos más graves. Y sobre todo, haber entendido que no es lo mismo ser cabeza de ratón que cola de león.
Fotografía principal tomada de Guatevisión.
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