El saludo de Judas. Unas pocas semanas antes de anunciar el traslado de la embajada de Guatemala a Jerusalén, el presidente Jimmy Morales y Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, sellaron un acuerdo que poco o nada ayuda al país.
Por. Édgar Rosales
El 24 de diciembre, mientras los
católicos guatemaltecos conmemoraban el nacimiento de su inspirador
espiritual, el presidente Jimmy Morales -fundamentalista evangélico-
le jugaba una peligrosa broma, no solo al catolicismo sino al país
entero, al anunciar su decisión de trasladar hacia Jerusalén la
embajada de Guatemala en Israel, apoyando así, sin el menor recato,
el anuncio similar lanzado días atrás por Donald Trump para el caso
de la delegación estadounidense en dicho país, y echando por la
borda la importante legislación internacional que impide una acción
unilateral en ese tema.
Son numerosas las opiniones que, con
base en los antecedentes presidenciales, aseguran que el mandatario
firmó la decisión sin tener la menor conciencia de lo que hacía.
Ignorante mayúsculo de temas de Estado -lo demuestra a cada rato-,
es posible que su fanatismo religioso, su devoción al que cree
“pueblo elegido de Dios” (que semanas antes le concedió un
Doctorado honoris causa) y la ilusa creencia de que Washington puede
presionar a la Cicig para que desmonte la perseguidora que le armó
desde el año pasado, parece que fueron factores determinantes para
cometer una acción tan torpe.
Sí, torpe porque en honor a la verdad,
el problema palestino-israelí (que es lo que está en juego tras la
decisión de Trump) es un asunto en el cual el Gobierno de Guatemala
no debe meter las manitas. En primer lugar, porque no le compete. En
segundo, porque hay toda una historia legislativa internacional que
ha sido violada por Trump y los ocho paísitos que lo secundaron. Y
en tercero, porque ante la lógica del islamismo radical, afín a los
palestinos, ahora tenemos la categoría de aliado incondicional del
imperio. Es decir: infieles que se unen a las ofensas contra Alá y,
por tanto, merecedores de un castigo ejemplar.
Peligrosa fama. En cuestión de horas, en varias partes del mundo árabe se desataron protestas en contra de Guatemala y los demás países que se alinearon con Donald Trump. (Foto Prensa Libre).
En efecto, la posibilidad de que en
Guatemala se cometa un atentado terrorista por alguna de esas
facciones violentas, ha quedado abierta y nadie debería ver esa
posibilidad con desdén. Hace aproximadamente una década se anunció
que nuestro territorio ha servido como vía de tránsito de posibles
elementos terroristas en su viaje hacia Estados Unidos, pero ello
nunca fue tomado en serio. Y luego, aunque algunos neoliberales
desvelados no daban crédito a la posibilidad, ya algunos países
árabes han anunciado posibles embargos al cardamomo guatemalteco, el
cual representa más de Q 1 mil millones anuales de ingresos a la
economía nacional; cerca del 1 % del producto interno bruto.
Para colmo, las autoridades
guatemaltecas se solazan presumiendo su proverbial ignorancia
alrededor del tema. Por ejemplo, la ministra de Relaciones
Exteriores, Sandra Jovel, con un impresionante galimatías minimizó
este impacto económico y afirmó que: “no lo veo desde un punto de
vista tan dramático, porque los productores de cardamomo no son
productores directos, ya que lo hacen a través de terceras
personas”. (¡Gulp!).
Ineptitud comprobada. El asunto del traslado de la embajada de Guatemala hacia Jerusalén ha sido una oportunidad inigualable para que la ministra de Exteriores, Sandra Jovel, confirme su ignorancia radical en materia de política exterior. (Foto Prensa Libre)
Peor aún. Siguiendo el libreto del
programa Moralejas que, a falta de programa de gobierno, utiliza su
jefe, la canciller afirmó que “las remesas representan el 10 % del
PIB y entonces hay que hacer una balanza sobre ambos temas y no nos
deberíamos de asustar tampoco con relación a ello”. Semejante
declaración, por Dios, amerita una traducción porque decididamente
fue emitida en un desconocido lenguaje ¿económico? En todo caso, se
olvidó de los más de 300 mil pequeños productores y sus familias,
quienes quedarían sin acceso a mercados para el grano.
Por otra parte, si Morales esperaba que
al congraciarse con la Casa Blanca lograría que la Cicig deje de
perseguirle, ha cometido un error de carácter estratégico, porque
es un hecho que la lucha anticorrupción no depende de Trump. Es una
política del Estado gringo, y varios congresistas -de ambos partidos
dominantes- han mandado mensajes muy claros en ese sentido. Así que,
si esa fue la jugada, realmente fue un batazo de foul que retrata, de
manera terrible, la asombrosa capacidad de hacer el ridículo que
tiene nuestro gobernante.
Error de cálculo. Según expertos, es imposible que Trump le devuelva a Morales el favor de apoyarlo en el tema de la embajada de Israel, alejando a la Cicig de Guatemala.
Estamos en los primeros días del 2018
y, como suele suceder, los medios de comunicación pretenden bajarle
la espuma a la conflictividad desatada por la decisión antojadiza
del presidente Morales. Sin embargo, en la arena internacional el
asunto sigue encendido. Y no es para menos, el corazón árabe (ya no
solo palestino) ha recibido un dardo envenenado y no está dispuesto
a olvidar tan fácilmente, tal y como puede apreciarse en lasdeclaraciones de los países pro Palestina, y que anuncian presionesmás intensas sobre nuestro país.
Por ello es inadmisible que las
noticias se centren en la elección de la Junta Directiva del
Congreso y otros temas domésticos; importantes, sí, pero no tanto
para desplazar al caso de la embajada en Jerusalén. En cualquier
lugar civilizado, el Legislativo debió suspender su letargo de fin
de año y convocar a una reunión de emergencia; citar a la ministra
Jovel y, de ser posible, promover su interpelación. Repito: en
cualquier lugar civilizado.
Reconozco las buenas relaciones que
existen con Israel. Se sabe de algunos aportes en materia de
cooperación técnica, de estudiantes becados en aquel país y de
algunos otros aportes que le han hecho a Guatemala (algunos; tampoco
se trata de ayuda exorbitante). Pero también se sabe que algunas
empresas de capital israelí, como la constructora Solel-Boneh, han
acaparado contratos jugosísimos con el Estado guatemalteco, no
siempre transparentes, desde el ya lejano 1981. Incluso, escopartícipe en algunos contratos adjudicados a Odebrecht.
En cuanto al conflicto propiamente
dicho, cabe recordar que hace poco más de un año, el 23 de
diciembre de 2016, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
confirmó que Jerusalén Este tiene la condición de “territorio
ocupado o territorio en disputa”. Guatemala, o mejor dicho, Jimmy
Morales jamás debió hacer caso omiso a tal declaración y por ello,
el camino más sano que le queda es dar marcha atrás en su absurda
decisión. Pese a su fanatismo religioso, el Israel bíblico no tiene
mayor relación con el Estado de Israel. Otro día hablaremos de
esto.
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