lunes, 7 de agosto de 2017

El verdadero problema del MIDES


Por Edgar Rosales


               PASÓ DE NOCHE. José Moreno pasará a la historia como el ministro de Desarrollo que                       nunca entendió el papel que se le asignó.


No, el problema que ha enfrentado el Ministerio de Desarrollo de su creación no debe limitarse a la inepcia de quienes lo han dirigido, especialmente su último titular, José Moreno. Tampoco es culpa del candado de transparencia que fuera derribado recientemente por la Corte de Constitucionalidad y que obligaba a dicha cartera a levantar un censo antes de determinar quiénes debían ser beneficiarios de los programas sociales.

Los problemas del MIDES que le han impedido cumplir sus funciones son de origen. Su pecado original. Y es que, en aras de atender el “clamor” de institucionalización de los programas sociales, el gobierno del Partido Patriota rompió con el modelo de Coordinación Institucional, fundamental para obtener buenos resultados en esta materia.

La Coordinación Interinstitucional no es otra cosa que un sistema de administración pública en el cual una o más dependencias estatales coordinan o unifican esfuerzos y recursos en aras de alcanzar un objetivo común, bajo una dirección superior. Esto es básico. El caso del Consejo de Cohesión Social es el ejemplo más relevante de esta modalidad, el cual era una estructura creada y dirigida por la Presidencia de la República.

¿Cuál es la diferencia entre dicho sistema y el MIDES? Una básica: hay acciones que, necesariamente, deben emprenderse de manera conjunta entre uno o dos ministerios, tal el caso del programa de Transferencias Monetarias Condicionadas (Mi Familia Progresa) que se orientó a ampliar la cobertura escolar y, al mismo tiempo, a asegurar mejores condiciones de salud entre la población en pobreza extrema del área rural.



Por ende, los ministros de ambas carteras debían coordinar y rendir cuentas ante un ente jerárquicamente superior. No hay otra forma. En cuanto a la experiencia del MIDES, es obvio que los titulares que han pasado por las carteras mencionadas no van a coordinar otros objetivos distintos de los estrictamente necesarios para su campo de acción. El Ministro de Educación no va a someter sus planes al escrutinio del de Salud y viceversa. Y el de Finanzas no va a tener entre sus prioridades la asignación de recursos a uno y otro.

Y peor aún: al Ministro de Desarrollo Social nadie le hace caso. “Que mire cómo se las arregla”. Por ende, una estructura de Coordinación Institucional necesita de una mano rectora, que en el caso de Guatemala ha sido la Presidencia de la República. Es decir, alguien que pueda “poner a jugar” a sus muchachos y a retirarlos de la cancha si no dan los resultados esperados.

Así es como han funcionado los programas sociales (que no es justo señalar que sirvieron “exclusivamente” como plataforma electoral, tal como temeraria e irresponsablemente afirma un editorial de el Periódico que destila clasismo repugnante https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/08/05/via-libre-a-programas-sociales/. Eso es descalificar, por pura mala lecha y nada más, informes técnicos de entidades serias, como la Universidad Rafael Landívar, https://www.url.edu.gt/PortalURL/Archivos/56/Archivos/banco-mundial-expandiendo-oportunidades-grupos-vulnerables-20090730.pdf

También el PNUD y el BM han reconocido los logros alcanzados mediante dichos programas, en el período 2008-2012. (Por cierto, en casi 10 años de existencia de esta plataforma de avance social, estimo que -si mucho- dos columnistas se han referido al tema con conocimiento de causa, criterio técnico y político bien sustentado, y no únicamente con base en rumores o medias verdades, como suele hacerlo la mayoría de “opinadores” guatemaltecos).

De manera, entonces, que del Ministerio de Desarrollo Social no se puede esperar que aporte mayores logros con el simple hecho de haberse "institucionalizado" los programas sociales. La creación de este órgano del Ejecutivo únicamente sirvió para complacer algunas voces estridentes, pero nada más. Por ello, en parte, se explican sus pobres resultados; muy distintos de cuando los programas arrancaron, hace casi una década.

Tampoco con el cambio de mandamás o con la ayuda de la Corte de Constitucionalidad. Se necesita retomar la metodología de la Coordinación Interinstitucional, una modalidad administrativa que se ha empleado en países como Ecuador. Ya hemos perdido demasiado tiempo en la adopción de medidas adoptadas para complacer a la opinión pública... ¡como si ello solucionara los problemas de fondo de las personas afectadas por el hambre, el analfabetismo y otros desventurados males relacionados con la extrema pobreza!


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